Es el primer calor que nos abraza..El primer color que vemos. El negro que no desagrada, el marrón que preferimos. Y probablemente todo esto, en la misma taza de todos los días.
Pero desde ese día, el café perdió todo su sentido, su semántica original. Es la misma semilla, más no así su esencia. Para mí hoy el café tiene otro olor.
Huele a esa conversación de aquella tarde. Huele a la excusa que inventamos para sentarnos hablar. Huele esa taza que cuando acabara, indicaba que la plática había de terminar. Huele a que te tenía al frente, y que distraída, me quemé la lengua y me dijiste: "Cuidado, está caliente.Sopla primero" Entonces soplé, y no hubo mucha diferencia. Quizás contigo ocurrió lo mismo. Soplaba y soplaba y seguías inconsumible, nunca te pude tomar. Huele a ese incómodo intercambio de miradas, donde no tuvimos nada que decir y procedimos a tomar el siguiente sorbo, y seguía caliente. Huele a una conversación donde nos dijimos lo que ya estamos cansados de oír y nuevamente nuestras intenciones quedaron ocultas en esa taza.
Ya no tiene magia. Ahora mi primer olor del día no es ese aroma de optimismo que renace. Sino de dos personas que se dijeron "hasta nunca" mientras tomaban café.