Existen dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana. Y del universo, no estoy tan seguro..." A.Einstein

martes, 23 de diciembre de 2014

Día 1: llegada a Malasia.

No pretendo que mucha gente lea esto, solo me pareció interesante la idea de registrar día a día las cosas que me han llamado y me llamarán la atención durante esta experiencia.  Será una suerte de bitácora personal, aunque servirá para comunicarles, a quienes estén interesados, sobre como me está yendo sin tener que escribirlo varias veces. En esta entrada, resumiré lo que fue los casi tres días de viaje y la llegada a la casa anfitriona en Kuala Lumpur.

Lo asumo, no me he podido resistir a la presión social de las selfies, así que, de la misma manera en que lo hice antes de ir a Eslovenia, me tomé una selfie antes de venirme a Malasia. Quizás no se aprecie bien, pero estaba particularmente arreglada, pero no sé que efecto devastador tienen los vuelos de 9 horas, que llegué a Frankfurt como quien no quiere su vida.




Mientras esperábamos que el vuelo saliera, mi amiga y compañera de debate me advierte que sería unas 20 horas de vuelo, por tal razón salí inmediatamente a comprar dos libros puesto que no aguantaría tantas horas a punta de leer “The economist” y “Times” y, anticipada a los ataques de ansiedad, me compre una caja de más de medio kilo en Cri Cri. Me compré dos libros fáciles de leer, que no sumaran cansancio al desesperante vuelo intercontinental así que compré (y me leí) “Esta Gente” de F. Suniaga (francamente recomendado) y “Cenando con Mugabe” de Heidy Holland (asumo que lo leeré de regreso porque después de leer el primero, me puse a ver películas)
Llegamos a Frankfurt como a las 7 de la mañana, hora europea. En principio teníamos la intención de conocer la ciudad mientras esperábamos para el próximo vuelo, pero gracias a mi olvido de un sweater, nos quedamos en la sala de espera.  Afortunadamente, el profesor que nos acompaña tiene acesso a las salas VIP, así que teníamos internet, comida y hasta pudimos bañarnos. Normalmente, en ese vuelo duermo, de modo que llego en la mañana sin necesidad de dormir, pero esta vez no fue el caso, andaba mas eléctrica de lo normal así que en el aeropuerto no pude hacer mucho más que dormir, lo cual hizo a su vez que, en el vuelo Frankfurt-Kuala Lumpur no pudiera dormir; resultado: el peor jet lag que he tenido en mi vida.


Llegamos a Kuala Lumpur a eso de las 5, el aeropuerto francamente, es de los mejores que he visitado en mi vida. Aprovechamos de sacar efectivo en moneda malaya, y tuve mi primer sustico con CADIVI: no me pasó la tarjeta, y como yo no soy nada delicada, se dio mi primera crisis y lloradita del viaje. La moneda nacional equivale a mas o menos 3.2 rhendis por U.S dólar. De allí tomamos un taxi, que nos llevó hasta la casa que nos hospedará mientras inicia el torneo. Esta casa la encontró mi amiga, literalmente en una suerte de ONG global en donde la gente voluntariamente decide alojar extranjeros sin costo alguno. No es ninguna institución sino mas bien una red de voluntarios. Así pues, no teníamos la menor idea de donde nos quedaríamos ni alguna garantía de seguridad. El máximo contacto que había habido entre nuestra anfitriona y nosotros era pidiéndole hospedaje y ella enviándonos la dirección. Es, desde luego, entrar en una boca de lobos, pero nos atrevimos porque somos 3, aunque todavía seguimos echando broma (en español para que no nos entiendan) con que nos van a secuestrar y nos van a comer.


Llegamos a la casa, y desde luego allí empieza el choque cultural. No podíamos entrar con zapatos, así que se dejan afuera, razón por la cual es entendible que la señora Lisa  tenga su zapatera fuera de la casa. Entramos y hablamos en términos generales de donde veníamos y que veíamos a hacer y salimos a comer. En general, la casa es aceptable, hay internet  y el calor es soportable. Las camas son bajitas, están casi en el suelo como suele ser en la tradición oriental. Lo que si fue incomodo fue el tema del baño. No existe separación entre el sanitario y la ducha, lo cual implica que necesariamente al bañarte, mojas el WC y que, cuando entras al baño, siempre el piso va a estar mojado. No hay papel toilet y, lo mas incomodo: no hay papelera para botar los papeles sucios y no se puede arrojar por el WC porque se tranca. Aquí les ilustro mejor como es ese espacio. Me bañé a medias como pude y me fui a intentar dormir.  Eso básicamente ha sido mi llegada a Kuala Lumpur. 



"La mejor manera de evadir la tentación, es cayendo en ella" Oscar Wilde